Duelo migratorio y reinvención laboral en mayores de 45 años: una travesía silenciosa
Migrar es mucho más que cambiar de país. Es una experiencia que transforma profundamente a la persona, especialmente cuando se realiza en la adultez, después de los 45 años. En esta etapa, el proceso migratorio no solo implica dejar atrás el país de origen, la cultura y los vínculos familiares, sino también enfrentarse a un sistema laboral distinto, que muchas veces exige reinvención profesional, recualificación y adaptación emocional.
El duelo migratorio: más allá de la nostalgia
El duelo migratorio es un fenómeno psicológico que abarca múltiples dimensiones: la pérdida del entorno conocido, el idioma, las costumbres, el estatus social y, en muchos casos, la identidad profesional. Para quienes migran en la adultez, este duelo se entrelaza con una etapa vital en la que se esperaba estabilidad, reconocimiento y consolidación. En cambio, se encuentran con la necesidad de empezar de nuevo.
Este proceso puede generar sentimientos de:
· Desarraigo: la sensación de no pertenecer ni al país de origen ni al nuevo.
· Invisibilidad profesional: cuando la experiencia acumulada no es reconocida o validada.
· Frustración y pérdida de autoestima: al tener que aceptar empleos por debajo de la cualificación o enfrentar largos periodos de desempleo.
· Soledad emocional: por la distancia con la familia, la falta de redes de apoyo y la dificultad para establecer nuevas relaciones.
El sistema laboral como nuevo territorio
Adaptarse al mercado laboral de otro país implica comprender nuevas dinámicas, aprender códigos culturales, validar títulos académicos y, en muchos casos, adquirir competencias digitales o lingüísticas. Para una persona mayor de 45 años, esto puede significar:
· Volver a estudiar después de décadas sin hacerlo.
· Reorientar su carrera hacia sectores con mayor demanda.
· Aceptar trabajos temporales o precarios mientras se logra una inserción más estable.
· Luchar contra prejuicios edadistas, que pueden limitar las oportunidades de empleo.
A pesar de estos desafíos, muchas personas logran reinventarse, descubren nuevas vocaciones, emprenden o se convierten en referentes dentro de sus comunidades migrantes. Pero este proceso requiere tiempo, acompañamiento y políticas públicas que reconozcan su valor.
¿Qué se puede hacer?
Desde una perspectiva de orientación laboral y migración, es fundamental:
· Diseñar programas específicos de inserción laboral para personas mayores de 45 años, como la iniciativa “Desafío +45 PLUS” impulsada por Cruz Roja, dentro de la operación 528764_3 GENERANDO OPORTUNIDADES LABORALES EN MERCADOS INCLUSIVOS, con la financiación del Fondo Social Europeo Plus (FSE+) con cargo al Programa Estatal de Inclusión Social, Garantía Infantil y Lucha Contra La Pobreza (CCI: 2021ES05SFPR003).
· Facilitar el reconocimiento de títulos y experiencia previa.
· Ofrecer formación adaptada a sus ritmos y necesidades.
· Promover espacios de escucha y acompañamiento emocional.
· Combatir la discriminación por edadismo, origen y género en los procesos de selección, como nuestra campaña CONTRATA SIN, cuyo objetivo es el de luchar contra las barreras sociales que existen para el acceso al mercado de trabajo de las personas en dificultad, los estereotipos, los prejuicios, la minusvaloración social o las prácticas discriminatorias. Por eso acercamos a las empresas a trabajadores que les aportarán amplia experiencia, sobrada motivación y preparación.
La experiencia no caduca
Las personas migrantes mayores de 45 años tienen una riqueza invaluable: años de experiencia, resiliencia, habilidades interpersonales y una capacidad de adaptación que muchas veces se subestima. Reconocer su potencial no solo es justo, sino también estratégico para sociedades que enfrentan el envejecimiento poblacional y la necesidad de talento diverso.
Migrar en la adultez es un acto de valentía. Es reconstruirse en medio de la incertidumbre, aprender a convivir con la nostalgia y apostar por un futuro distinto. Visibilizar este proceso es el primer paso para construir sociedades más inclusivas, empáticas y conscientes del valor de cada trayectoria.




